Liberan guacamayas rojas en Veracruz

guacamayas-rojasLos mayas asociaban las largas y coloridas plumas de las guacamayas rojas (Ara macao macao) con el fuego. A medio cuerpo, una franja amarilla representa al sol y una parte azul evoca al cielo.

Así, con toda su grandeza, pudieron verse 27 de estas aves cuando fueron liberadas en Veracruz, en la zona núcleo dos de la Reserva de la Biósfera Los Tuxtlas.

En realidad, de acuerdo con un comunicado de la UNAM, sólo 23 de ellas salieron del aviario; en tanto, cuatro más permanecieron en la jaula de 18 metros de largo, 12 de ancho y de 6 a 9 de alto; no obstante, la ventana quedó abierta para cuando decidan emprender su viaje, pues son seres grupales.

“Es la primera liberación de guacamayas rojas en Veracruz; habitaron en esta región de la selva, pero hace por lo menos 70 años nadie las ha vuelto a ver, desaparecieron debido a la deforestación y la captura ilegal”, señaló la bióloga y ornitóloga Patricia Escalante, investigadora del Instituto de Biología (IB) de la UNAM.

Desde 2012, Escalante inició este proyecto en alianza con el Parque Xcaret y la Reserva Ecológica La Otra Opción. Del Parque obtuvo los polluelos criados en cautiverio; en tanto, de la Reserva, el sitio para instalar un aviario al que llegaron 29 guacamayas para adaptarse a una condición intermedia antes de probar la libertad.

“En esta liberación dos guacamayas se descartaron porque aún no están listas, de las 27 restantes sólo cuatro esperaron dentro del aviario, seguramente se tomarán un tiempo más para salir, pero las ventanas seguirán abiertas”, mencionó.

Según indica el comunicado, de las 29 aves, 8 son adultos de más de 4 años; 12 son jóvenes de entre 1 y 4; mientras que 9 son polluelos que pronto cumplirán 1 año. Debido a que estos animales viven entre 5 y 7 décadas, todos son jóvenes en etapa de adaptabilidad.

“Las nacidas en Xcaret hicieron la impronta con sus padres y aprendieron de ellos durante uno o varios años a comer, volar y sobrevivir, un ejercicio que ahora realizarán todos los días en libertad.

“Esta fase es importante, porque además de un aprendizaje cercano al natural, se propicia una distancia con los humanos, algo que estas aves deben conservar para evitar ser capturadas”, puntualizó.

Por otra parte, en el aviario se les hicieron cambios en la dieta para incluir semillas que existen en los árboles de la reserva y se practicaron entrenamientos con sonidos de alarma ante depredadores. Se buscó que tuvieran poco contacto humano y alimento cerca de esta zona para que no pasen hambre, pues se estima que se mantengan cerca de la zona.

“Son cautelosas, aprenden pronto y transmiten información culturalmente. Al no haber aquí otra población de guacamayas, tendrán poco de quien aprender en el futuro, así que hicimos una liberación suave, con zonas de alimentación cercanas al aviario para que experimenten rutas, pero también para que puedan volver a casa. Poco a poco explorarán más y en el invierno seguramente buscarán zonas menos frías e irán a sitios más tropicales al sur de la reserva”, explicó.

Cada una está identificada con una señal en su pico, tienen un anillo cerrado en una pata y un chip dentro de su cuerpo para ser monitoreadas. Algunas tienen también un radiolocalizador y se cuenta con su huella genética para protegerlas en caso de que fueran capturadas.

“Los habitantes de la comunidad nos ayudaron a subir las guacamayas por la selva hasta el aviario y ahora participarán en la vigilancia; además, se pueden identificar con facilidad mientras vuelan por las cañadas, pues resaltan sus colores y sus sonidos”, abundó.

Vía: UNAM-DGCS