Algas: organismos indicadores del cambio climático
Las diatomeas son algas unicelulares microscópicas que forman parte del fitoplancton y no se degradan con el paso del tiempo, por lo que funcionan como microfósiles indicadores. Investigadores del Instituto de Geofísica-UNAM analizan estas algas para conocer el pasado ambiental de los lagos mexicanos.
Una característica muy particular de estos organismos, es que viven dentro de una cápsula parecida a una concha de sílice (material similar al vidrio); al morir se depositan al fondo de los lagos, se integran a los sedimentos y no se descomponen, convirtiéndose en fósiles al paso del tiempo y reflejando las condiciones ambientales del pasado en el que habitaron.
Cuando el clima cambia, las características de los lagos y mares se van modificando, como son su temperatura, pH, concentración de sales y las poblaciones de especies presentes en el ecosistema; por lo tanto, las distintas capas de sedimentos dan un indicio de cómo se fueron transformando las condiciones del clima.
Los especialistas trabajan en diversos lagos del Cinturón Volcánico Mexicano y en la región de los Tuxtlas, Veracruz, donde han recuperado una secuencia sedimentaria de los últimos 2 mil años hasta nuestros días, periodo correspondiente al desarrollo de la cultura Maya. Lo anterior mostró evidencia del impacto humano en esta región en el periodo que va de 100 a 800 d. C., debido a la tala de árboles y deforestación que generaron cambios en los cuerpos de agua, volviéndolos más turbios y ricos en nutrientes. Después de esta etapa, desapareció la evidencia de presencia humana en la zona, razón por la cual la selva pudo recuperarse. Además, se tiene registro de cómo la actividad petrolera ha impactado el lugar.
Esta información ha permitido ubicar estos dos periodos de intenso impacto humano y conocer cómo se fueron dando los procesos de degradación ambiental, para comparar y evaluar la intensidad de lo sucedido con las poblaciones prehispánicas y lo que pasa ahora con la actividad petrolera reciente, permitiendo observar también la rapidez con la que se recuperan los ecosistemas.
También se han hecho estudios en el lago del Nevado de Toluca, donde las diatomeas indican que hubo cambios ecológicos importantes entre 1400 y 1850, etapa conocida como pequeña edad de hielo, que generó condiciones de sequía que anteceden a la conquista española, dándonos un contexto histórico por el cual las antiguas culturas tuvieron que enfrentarse a un estrés ambiental.
La doctora Margarita Caballero, líder del proyecto, dice que: “Estos estudios ayudarán a entender cómo la presencia humana influye en el entorno, lo que nos da un nuevo enfoque con perspectiva histórica para comprender el presente y evaluar lo que sucederá en el futuro”.