Reserva de Calakmul, ¿cómo se ha visto afectada por incendios y deforestación?

Un incendio en la Reserva de la Biosfera de Calakmul, en Campeche, llevó a que más de 2000 bomberos voluntarios y especialistas se desplegaran en la zona para contener las llamas. El equipo tardó casi tres días en llegar al incendio y poder comenzar a controlarlo. Desafortunadamente, para ese entonces se habían destruido 3,087 hectáreas de selva protegida.

Las autoridades aún no logran determinar la causa exacta del incendio, pero se cree que quizás empezó como consecuencia de prácticas de roza y quema realizadas con poco cuidado por parte de un agricultor, pues esta es la causa de deforestación más común en dicha área protegida, considerada la más grande de la península del Yucatán. Las selvas de Calakmul suelen incendiarse durante un período de 90 días entre abril y junio, pero a veces los incendios empiezan en febrero y pueden durar hasta julio según el año.

Datos satelitales de la NASA revelan que, aunque los incendios de Calakmul han seguido el citado patrón entre abril y junio de 2019, la actividad en las cercanías de Campeche comenzó a incrementarse a mediados de febrero. En total, los satélites de la NASA detectaron casi 10,000 alertas de incendios en Campeche en lo que va del año, casi el doble en comparación con 2018. Esto coloca al 2019 en el tercer lugar (por detrás del 2003 y 2013) dentro de la lista de años con mayor recurrencia de incendios en la entidad sureña desde que se empezaran a recopilar datos en 2001. Asimismo, el 15 por ciento de tales incendios tuvo lugar en zonas protegidas.

Aunque este y otros incendios que se han intensificado en el área son motivo de preocupación, las autoridades dijeron sentirse satisfechas ante la reducción de los casos en los últimos años, y ante la respuesta eficaz surgida para combatir los incendios ocasionados por el despeje de tierras para ganadería y otras prácticas agrícolas. Pero existe preocupación debido a que la temporada de incendios más intensa de este año podría representar el principio de una tendencia, pues cada vez más gente se está trasladando a la zona para dedicarse a la agricultura.

Las comunidades en Calakmul y sus alrededores se están expandiendo, en parte porque los residentes de zonas menos prósperas de México llegan en la búsqueda territorios disponibles. Al mismo tiempo, los agricultores han comenzado a cambiar las prácticas manuales de agricultura por las prácticas mecanizadas, permitiéndoles trabajar zonas más grandes de tierra. Dichos factores combinados son indicadores de un futuro complicado para la reserva.

La extensión de la Reserva de Calakmul abarca desde el centro de la península de Yucatán hasta la frontera con Guatemala, lo que corresponde a más de 1.2 millones de hectáreas de selva junto con las reservas estatales Balamkú y Balamkin, que están contiguas a esta. Dichas reservas albergan algunas de las especies más impresionantes de México, fungiendo como hábitat vital para animales como el tatabro (Tayassu pecari), el mono araña (Ateles Geoffroyi) y el jaguar (Panthera onca). Asimismo, gran parte de la reserva es hogar del ciricote, un árbol que tarda años en llegar a la madurez y se ha convertido en blanco de los traficantes por su madera valiosa.

La ciudad de Calakmul, que en la actualidad alberga ruinas mayas, fue nombrada Patrimonio de la UNESCO en 2002 y es considerada como uno de los centros urbanos mayas más poderosos que existieron hace más de mil años. Actualmente, muchos de los casi 27,000 habitantes de la reserva y sus alrededores hablan la lengua tradicional maya cuando están en casa o trabajan en el campo.

Sumado a lo anterior, los residentes utilizan técnicas agrícolas tradicionales, plantan semillas a mano con estacas y atan una cuerda en las hileras para mantenerlas rectas. Tales técnicas también incluyen la agricultura de roza y quema (conocida como “itinerante”), en donde los agricultores hacen rotaciones en sus cultivos cada cinco años de una sección de tierra a otra mientras dejan que los nutrientes de la tierra se repongan.

 

Fuente: Mongabay